LOS ÁNGELES.– El senador de California, Alex Padilla, ofreció una contundente declaración tras el controversial incidente en el que fue arrestado durante una conferencia de prensa liderada por la secretaria de Seguridad Nacional, Christin, en un edificio federal en Los Ángeles. El legislador intentaba hacer una pregunta cuando fue abruptamente removido del lugar por agentes de seguridad, lo que desató una fuerte reacción en redes sociales y entre líderes políticos.
Videos del incidente muestran cómo Padilla fue sacado a empujones por dos guardias, mientras se identificaba como senador de los Estados Unidos. Una vez afuera del salón, agentes del FBI lo sujetaron, lo arrojaron al suelo y le colocaron esposas, a pesar de que no ofrecía resistencia. “Soy el senador Alex Padilla. Tengo preguntas para la secretaria”, exclamó mientras era inmovilizado. El momento, captado por asistentes, fue posteriormente censurado por un oficial que intentó impedir la grabación.
Horas más tarde, visiblemente afectado y con la voz entrecortada, Padilla reapareció ante la prensa. No aceptó preguntas, pero leyó una breve declaración: “Si esta es la reacción a un senador con una pregunta, imagínense lo que están haciendo con cocineros, jornaleros, campesinos y otros inmigrantes no violentos en nuestras comunidades”. El legislador no ofreció más comentarios y se retiró del lugar.
La secretaria Christin, por su parte, declaró a Fox News que en el momento “nadie sabía quién era Padilla” y aseguró que ambos conversaron después del incidente. Sin embargo, la indignación pública creció rápidamente. El gobernador de California, Gavino, calificó el hecho como “indignante, dictatorial y vergonzoso”, mientras la alcaldesa de Los Ángeles exigió el fin de los ataques del gobierno federal contra la ciudad.
El incidente ha sido visto como una muestra de la creciente tensión política y del trato que reciben no solo las autoridades locales, sino también los ciudadanos, especialmente los inmigrantes, bajo la actual administración federal. Para muchos, lo ocurrido con Padilla no es solo un exceso, sino una señal alarmante del rumbo que toma el país.



