La economía estadounidense recibió buenas noticias en mayo: los precios al consumidor subieron solo un 0.1% en comparación con el mes anterior, menos de lo que esperaban los analistas, según informó este miércoles la Oficina de Estadísticas Laborales.

En términos interanuales, la inflación se ubicó en 2.4%, apenas por encima del 2.3% registrado en abril. Algunos rubros reflejaron alivio: la energía bajó un 1%, los precios de los vehículos nuevos disminuyeron 0.3% y la ropa cayó 0.4%. Sin embargo, los alimentos y la vivienda siguen presionando el bolsillo de los consumidores, con aumentos del 0.3% en ambos sectores.

Consultado sobre el impacto de estos datos, el economista Daniel Cuesta advirtió que, aunque la inflación parece estar contenida, los ciudadanos aún sienten el peso de los altos precios en servicios esenciales como alquiler, gasolina y energía. “Todavía se está tratando de dominar la inflación, pero el consumidor sigue enfrentando aumentos en áreas clave del día a día”, explicó.

Cuesta aconseja mantener un ahorro del 4 al 5%, evitar endeudarse y realizar compras basadas en necesidad más que en deseo. También alertó sobre posibles aumentos en la segunda mitad del año, impulsados por nuevos aranceles anunciados por el expresidente Donald Trump, que podrían afectar productos como autos y comestibles.

El mensaje final del economista es claro: “La preparación es clave”. Aunque las cifras actuales ofrecen un respiro, la estabilidad del bolsillo estadounidense aún enfrenta incertidumbres.

Además del leve avance en la inflación general, los analistas siguen atentos a las decisiones de la Reserva Federal, que aún no ha definido si reducirá las tasas de interés este año. Un entorno de inflación moderada podría dar margen para un recorte, pero los aumentos persistentes en alimentos y vivienda generan cautela entre los miembros del banco central. La política monetaria sigue siendo uno de los principales factores que determinarán la evolución del costo de vida en los próximos meses.

Por otro lado, el posible regreso de aranceles impulsados por una eventual administración de Donald Trump añade una nueva capa de incertidumbre. Varios economistas coinciden en que estas medidas podrían presionar al alza los precios de productos clave para el consumidor promedio. Esto, combinado con salarios que no crecen al mismo ritmo que los gastos básicos, podría poner en riesgo la frágil estabilidad lograda hasta ahora en la lucha contra la inflación.