Durante una extensa jornada legislativa en el Congreso de Estados Unidos, varios representantes fueron captados dormitando mientras se debatía el proyecto de ley de presupuesto y sus enmiendas. Las sesiones, que se extendieron por más de 20 horas, cobraron factura física y mental a los legisladores, entre ellos Blake Moore (republicano por Utah), Debbie Dingell (demócrata por Michigan) y Jan Schakowsky (demócrata por Illinois).

Aproximadamente a las 5 de la mañana, Moore, de 44 años y vicepresidente de la Conferencia Republicana de la Cámara, fue visto dormido en su silla mientras se alistaba una votación clave. Por su parte, Dingell, de 71 años, se quedó dormida durante una sesión del Comité de Energía y Comercio en la que se discutía un plan de recortes presupuestarios por casi 900 mil millones de dólares, incluyendo recortes a Medicaid. En su cuenta de X, la congresista escribió: “Llevo 31 horas seguidas luchando contra los republicanos que intentan desmantelar Medicaid. Cerré mis ojos para pensar en un Estados Unidos donde todos tengan acceso a atención médica asequible”.

También Jan Schakowsky, de 80 años, fue sorprendida con los ojos cerrados en medio del mismo comité. Más tarde, justificó su agotamiento diciendo: “Llevamos 25 horas de nuestra maratónica reunión de evaluación, donde mis colegas y yo luchamos día y noche para proteger el acceso a la atención médica para todos los estadounidenses”.

Aunque las imágenes de los legisladores dormidos causaron revuelo en redes sociales, muchos usuarios expresaron comprensión por la extenuante duración de las sesiones y la importancia del debate en torno al presupuesto y la atención médica. Otros, sin embargo, criticaron el estado físico de los representantes para asumir decisiones de alto impacto tras tantas horas sin descanso.

El incidente ha reabierto el debate sobre las condiciones laborales dentro del Congreso y la efectividad de las sesiones maratónicas para tratar asuntos tan sensibles como el presupuesto nacional y la atención médica. Algunos expertos y ciudadanos consideran que someter a los legisladores a jornadas de más de 20 horas compromete la calidad de las decisiones y pone en riesgo la salud física y mental de los funcionarios. Varios congresistas, incluso de distintos partidos, han comenzado a sugerir reformas en el reglamento para limitar la duración de estas audiencias y garantizar procesos más eficientes y humanos.