Cambridge, Massachusetts – La Universidad de Harvard rechazó este viernes una decisión de la administración del presidente Donald Trump que prohíbe a la institución aceptar nuevos estudiantes internacionales, una medida que también pone en riesgo el estatus migratorio de los estudiantes extranjeros ya matriculados.
Según la administración federal, la medida responde a lo que describe como un “entorno inseguro para los estudiantes judíos” en el campus de Harvard, en referencia a recientes protestas y tensiones por el conflicto en Gaza, en las que algunos grupos han denunciado expresiones antisemitas por parte de manifestantes propalestinos. La Casa Blanca no ofreció pruebas concretas de que la universidad no pudiera garantizar la seguridad de sus estudiantes, pero anunció que los alumnos extranjeros actuales deben transferirse a otras universidades o enfrentarse a la pérdida de su estatus legal en Estados Unidos.
En un comunicado emitido horas después del anuncio, Harvard calificó la medida de “ilegal, punitiva y discriminatoria”, y aseguró que está trabajando para proporcionar asistencia legal y académica a los estudiantes afectados. “Esta acción del gobierno federal no solo interfiere con la autonomía de las universidades, sino que también amenaza los principios fundamentales de libertad académica y diversidad que han sido pilares del sistema de educación superior de los Estados Unidos”, señaló la institución.
Contexto más amplio
Esta decisión se da en medio de crecientes tensiones políticas y sociales por la respuesta de universidades estadounidenses a las protestas estudiantiles relacionadas con el conflicto Israel-Palestina. Harvard ha sido uno de los focos principales de estas manifestaciones, en las que estudiantes han denunciado tanto la violencia en Gaza como lo que consideran una respuesta desproporcionada del gobierno israelí.
Sin embargo, legisladores republicanos han acusado a varias universidades de permitir un clima de “antisemitismo rampante”, particularmente tras las audiencias del Congreso en las que líderes de universidades como Harvard, MIT y la Universidad de Pensilvania fueron severamente cuestionados por sus posturas.
Organizaciones como la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) y la Asociación Americana de Universidades (AAU) han salido en defensa de Harvard, argumentando que castigar a toda una institución por protestas estudiantiles es una extralimitación del poder federal y una amenaza para la autonomía universitaria.
Por su parte, la comunidad estudiantil internacional se encuentra en un limbo jurídico. Muchos temen perder sus visas de estudio y ser forzados a regresar a sus países en medio del semestre académico. “Esto no tiene nada que ver con seguridad. Es una herramienta política disfrazada de protección”, denunció un estudiante de posgrado afectado por la medida.
Harvard buscará vías legales
En su declaración, Harvard advirtió que está explorando todas las opciones legales para impugnar la decisión. “No permitiremos que se utilicen argumentos políticos para destruir la integridad de nuestro compromiso académico con el mundo”, afirmó la presidenta interina de la universidad, Alan Garber.
Se espera que otras universidades, especialmente las que dependen significativamente de estudiantes internacionales, se sumen a las acciones legales o presenten sus propias impugnaciones en los próximos días.
Esta no es la primera vez que la administración Trump impone restricciones a estudiantes internacionales. En 2020, intentó obligar a los estudiantes extranjeros a abandonar el país si sus clases eran exclusivamente en línea durante la pandemia, una política que fue revertida luego de demandas judiciales lideradas precisamente por Harvard y el MIT.
La comunidad académica internacional observa con atención lo que muchos consideran un ataque sin precedentes a la educación global y a los principios que han definido por décadas al sistema universitario estadounidense.



