Más de 68 millones de filipinos acuden hoy a las urnas en unas elecciones cruciales a mitad de mandato, vistas como un referéndum al gobierno del presidente Ferdinand Marcos Jr. y una medición de fuerzas entre su administración y el clan de la vicepresidenta Sara Duterte, con quien sostiene una creciente rivalidad política.
En disputa están 2 escaños del Senado, la totalidad de la Cámara Baja con 318 diputados y más de 18,000 cargos locales, en un ambiente electoral marcado por tensiones y hechos de violencia. La jornada ya ha dejado al menos dos muertos y cinco heridos tras un tiroteo frente a una sede partidaria en Negros Occidental.
Uno de los focos de atención es el eventual juicio político contra la vicepresidenta Duterte, acusada de corrupción, así como el sorpresivo regreso del expresidente Rodrigo Duterte, quien, pese a estar detenido en La Haya por crímenes de lesa humanidad, se postula como alcalde de Davao, su feudo político.
A pesar de que el presidente Marcos Jr. no se juega su cargo en estos comicios, el resultado servirá para medir el respaldo popular a su administración, especialmente en temas económicos y de seguridad. Analistas locales consideran que una pérdida significativa de aliados en el Congreso podría debilitar su capacidad de gobernar y abrir la puerta a mayores conflictos con la vicepresidencia.
Mientras tanto, la figura de Sara Duterte también está bajo fuerte escrutinio. Aunque hija del expresidente Duterte, su distanciamiento político con Marcos Jr. ha fracturado la alianza que los llevó al poder en 2022. La batalla por el control del Senado y de los gobiernos locales será clave para ambos bandos en este pulso que podría definir el rumbo político de Filipinas de cara a las presidenciales de 2028.
En este contexto de alta tensión política, la participación ciudadana se vuelve crucial, y se espera una gran afluencia a las urnas a lo largo del día. Las autoridades electorales han reforzado las medidas de seguridad en las regiones más conflictivas, mientras organizaciones internacionales observan con atención el desarrollo de unas elecciones que podrían reconfigurar por completo el equilibrio de poder en Filipinas.



