Enfermedad mental y pobreza: madre se ve obligada a amarrar a su hija por su condición de salud.

En Villa Tropicalia, Santo Domingo Este, una joven de 27 años con enfermedad mental severa enfrenta una situación dramática debido a la imposibilidad de su madre para costear el tratamiento y los medicamentos necesarios. Ingrid, diagnosticada desde los 7 años, presenta condición de salud con episodios frecuentes de agresividad que han obligado a su familia a tomar medidas extremas para su cuidado, como atarla o encerrarla con candado para evitar que se lastime o cause daño a otros.

La madre de Ingrid, Crucita Morillo, explica que el costo mensual de los medicamentos para la condición que padece su hija, supera los 10,000 pesos, una suma que no pueden cubrir con los ingresos limitados de la familia. Su esposo trabaja esporádicamente como jardinero y los ingresos apenas alcanzan para alimentos básicos. Ante esta situación, la familia no cuenta con apoyo estatal ni recursos suficientes para costear su condición de salud, lo que agrava el estado de la joven y genera gran preocupación entre sus parientes.

Ante esta realidad, la familia hace un llamado urgente a la solidaridad de la comunidad y las autoridades para recibir ayuda con medicamentos, pañales y alimentos básicos que permitan mejorar la calidad de vida de Ingrid. Quienes deseen colaborar pueden comunicarse a los números 809-820-720 y 809-715-1833, para brindar apoyo a esta familia que enfrenta una dura lucha diaria.

Recomendaciones

Ante situaciones como la de Ingrid, es fundamental que las autoridades del sector salud y bienestar social fortalezcan los programas de atención a personas con enfermedades mentales severas, especialmente en contextos de pobreza. La creación de centros de atención comunitaria, con personal especializado, medicamentos disponibles y seguimiento constante, permitiría ofrecer alternativas humanas y dignas para las familias que, por falta de recursos, recurren a medidas desesperadas. Asimismo, la inclusión de estas personas en programas de subsidios o ayudas sociales puede marcar la diferencia entre el abandono y una vida con dignidad.

A nivel comunitario, es importante fomentar la sensibilización sobre la salud mental para reducir el estigma y promover redes de apoyo. Las iglesias, juntas de vecinos y organizaciones sociales pueden colaborar en la identificación de casos críticos y canalizar ayuda con medicamentos, alimentos o asistencia emocional. También es necesario que el Estado garantice que ninguna familia tenga que escoger entre alimentar a sus hijos o tratarlos médicamente; la salud mental debe ser reconocida como un derecho humano prioritario y no como un privilegio inaccesible.