El cónclave es un proceso secreto y solemne llevado a cabo por los cardenales de la Iglesia Católica para elegir al nuevo Papa, después de la muerte de su predecesor. Esta ceremonia, que se celebra en la Capilla Sixtina bajo los frescos de Miguel Ángel, es conocida por su estricta privacidad. Los cardenales, menores de 80 años, se aíslan del mundo exterior para votar en secreto. Para ser elegido, un candidato debe obtener dos tercios de los votos, y las votaciones se realizan hasta cuatro veces al día.

Durante el proceso, las papeletas de votación se queman en una chimenea dentro de la capilla, y el color del humo que emerge es clave. Si el humo es negro, significa que no se ha alcanzado un acuerdo, pero si es blanco, significa que un nuevo Papa ha sido elegido. En ese caso, las campanas de la Basílica de San Pedro suenan, y el “Habemus Papam” es proclamado al mundo.

Este ritual, que ha perdurado durante siglos, comienza entre 15 y 20 días después de la muerte del Papa. El cónclave asegura que la elección del nuevo líder de la Iglesia se realice en el más estricto secreto, garantizando la integridad del proceso y evitando cualquier tipo de interferencia externa.