Donald Trump asistió a la Catedral Nacional de Washington, D.C., donde el obispo episcopal Marian Edgar Beck ofreció un sermón que ha causado controversia. Desde el púlpito, Beck pidió al mandatario mostrar piedad durante su gobierno hacia los migrantes indocumentados que llegaron al país buscando trabajo, así como hacia los miembros de la comunidad LGBTQ+, incluidos los niños.
Acompañado de su familia y el vicepresidente Mike Pence, Trump no tardó en reaccionar. En una publicación en sus redes sociales, el presidente calificó el sermón de Beck como “desagradable” y “no convincente”. Acusó a la obispo de ser una “antipa radical” y le exigió una disculpa al público presente por lo que consideró un discurso poco inteligente.
Este servicio religioso, realizado tradicionalmente desde 1993, ocurre la mañana siguiente a la juramentación presidencial, pero este año ha dado pie a un nuevo debate sobre la postura de Trump hacia las comunidades más vulnerables.



