Un árbol único en Guatemala, sembrado por el Santo Hermano Pedro hace más de 350 años, sigue siendo un símbolo de fe y devoción para miles de creyentes que atribuyen propiedades curativas a sus hojas y flores. Este fraile franciscano, que dedicó su vida a servir a los más necesitados en la época colonial, sembró un árbol de esquisi en el jardín de su convento el 19 de marzo de 1657, y desde entonces, se le han atribuido milagros de sanación.

Muchos devotos juran haber experimentado curaciones después de consumir infusiones del árbol, y su historia ha sido transmitida de generación en generación. En 2020, el árbol que fue sembrado por el Santo Hermano Pedro cayó en circunstancias extrañas durante la pandemia, lo que generó temor sobre el fin de un legado espiritual. Sin embargo, de las raíces caídas brotó un vástago, considerado por los fieles como un milagro y un mensaje de esperanza.

Este árbol no solo es un símbolo de sanación, sino también un lugar de protección para quienes tienen fe en su poder. Las flores y hojas del árbol son recolectadas, hervidas y utilizadas por los creyentes para hacer té, al que se le atribuyen efectos sanadores. Además, muchos fieles guardan sus semillas o flores como amuletos de protección.

El Santo Hermano Pedro fue canonizado en 2002 por el Papa Juan Pablo II, un evento que incrementó la devoción hacia él y su árbol sagrado. En el convento, los creyentes han dejado placas de agradecimiento y testimonios de milagros, creando lo que se conoce como el “pasillo de los milagros“, un lugar lleno de muletas y aparatos ortopédicos que simbolizan las curaciones y bendiciones recibidas.

El árbol sigue siendo un símbolo de fe viva, y miles continúan visitando el lugar con la esperanza de experimentar las bendiciones del Santo Hermano Pedro.