El retiro de Andrés Manuel López Obrador, el presidente más popular de México en décadas, marca el fin de una era que muchos mexicanos sentirán como una gran pérdida, según analistas. A diferencia de sus predecesores, caracterizados por su distancia y formalidad, AMLO, como es comúnmente conocido, ha cultivado una conexión personal única con el pueblo mexicano.
Desde el inicio de su mandato, López Obrador rompió con las tradiciones del poder presidencial al despojar a su oficina de los lujos que la habían rodeado por años: guardias presidenciales, limusinas y recintos amurallados. Bajo su lema “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”, eliminó los excesos y se acercó a la ciudadanía.
Uno de los pilares de su administración ha sido la implementación de programas sociales con transferencias directas en efectivo, una estrategia con la que López Obrador se ha comparado con Franklin D. Roosevelt, el expresidente de Estados Unidos que lideró el New Deal en los años 30. AMLO ha ofrecido más de 1,400 conferencias matutinas televisadas durante su sexenio, cada una con una duración promedio de dos horas y media, lo que demuestra su habilidad política y su incansable motivación.
Sin embargo, a pesar de su carisma y conexión con las clases populares, López Obrador no ha logrado replicar las grandes transformaciones económicas de sus héroes del pasado. A diferencia de los presidentes del siglo XX que lo inspiraron, su administración no logró nacionalizar ninguna industria, y muchos de sus ambiciosos proyectos de infraestructura enfrentan desafíos debido a la transición económica y energética mundial.
En política exterior, AMLO ha dejado una huella más modesta, con algunos desencuentros no resueltos con España, el Vaticano, Ecuador y Perú. Ante la presión de Estados Unidos, ha utilizado a la Guardia Nacional, con más de 120,000 miembros, en tareas de seguridad y control migratorio.
Algunos expertos ven a AMLO como parte de un resurgimiento en América Latina de los viejos modelos populistas, centrados en partidos de Estado, que buscan consolidar el poder en figuras carismáticas con una fuerte conexión popular. Mientras México se prepara para la transición, queda por ver cómo su legado será recordado y cómo evolucionarán las políticas que impulsó durante su administración.