En un emotivo conversatorio, Carlos Catarí, un venezolano con una impactante historia de vida, comparte su testimonio de cómo dejó atrás un pasado marcado por el abuso sexual, la adicción a la pornografía, y una vida homosexual, para encontrar un nuevo rumbo en los caminos de Dios.
Carlos relata que desde muy joven, fue víctima de abuso sexual, lo que lo llevó a experimentar confusión y a desarrollar una vida promiscua con más de 600 hombres. A los 16 años, creyendo ser homosexual, confesó su situación a su familia. Sin embargo, su madre le planteó una pregunta que lo marcó profundamente: “Si nunca hubieras sido abusado, ¿serías homosexual?”. Este cuestionamiento sembró en él una lucha interna para buscar una vida diferente.
El Encuentro con Dios:
A pesar de haber intentado durante años cambiar a través de terapias psicológicas y su propio esfuerzo, Carlos confiesa que no logró superar sus luchas internas hasta que tuvo un encuentro con Dios. “Un día, sin querer buscar a Dios, fue Él quien me encontró. Fui a ver una película pensando que era romántica, pero resultó ser ‘La Pasión de Cristo’. En ese momento, sentí que Dios me amaba y decidió entregarle mi vida,” explicó.
Carlos admite que su camino no fue fácil. Al principio, intentó cambiar por sus propias fuerzas, lo que lo llevó a una frustración constante al no poder vencer sus deseos y adicciones. Sin embargo, cuando decidió rendir su mente y emociones a Dios, experimentó una transformación radical. “Dejé de poner mi identidad en lo que sentía y la puse en lo que Dios decía. Desde ese momento, mi vida comenzó a alinearse con Su voluntad.”
A lo largo de su proceso de sanación, Carlos aprendió a perdonar a quienes lo habían lastimado. “Perdoné a mis abusadores y deseo que ellos también encuentren a Dios. Mi venganza es que ellos tengan un encuentro con Él,” afirmó.
Hoy, Carlos está casado y espera mellizos con su esposa. Aunque su familia es una bendición, aclara que el verdadero testimonio de su vida es Jesús, quien le dio una paz y libertad que antes no conocía. “Mi pasado no pertenece a mi presente. Dios borró mi pasado, y ahora vivo en Su paz.”