Altagracia Salazar: “Por gente como Hipólito Mejía el país no avanza” | Tirarle toalla a Danilo

 

Todo el mundo sabía que la campaña para llevar a Gonzalo Castillo a la presidencia de la República había sido extremadamente costosa. Todo el mundo sabía que no había manera de financiar tanto la lucha interna como el torneo electoral sin usar cientos o miles de millones de pesos del erario.

Todo el mundo sabía que Danilo Medina era directamente responsable de esas decisiones porque conducía un carro sin freno en el que, como en toda huida, se recurre a actos desesperados.

Lo que no sabíamos era cómo se habían logrado distraer esos fondos y quienes habían sido los socios o complotados en ese fraude contra el estado. El 16 de septiembre del 2020, apenas un mes después de salir del poder, Danilo Medina se quejaba amargamente de la campaña electoral en que su partido había sido derrotado.

Frente a un grupo de legisladores de la organización dijo textualmente “ustedes no soportaban la presión para que buscaran dinero para que hicieran la campaña porque los compañeros no querían moverse, sino que había logística, la campaña más cara de la historia del país tuvimos nosotros que montarla ahora, el que trabajó conmigo sabe lo que nos pasó a nosotros en la campaña porque ya nadie quería hacer nada si no había dinero por el medio y un partido que cayó en esa condición no se merecía tener el poder”, dijo entonces.

Lo que pone en evidencia el documento de solicitud de allanamiento en la operación Calamar es que el expresidente de la República, fuera de todo escrúpulo posible para un jefe de Estado, dispuso la creación de un entramado corrupto para financiar primero su control sobre el Partido de la Liberacion Dominicana derrotando a Leonel Fernández para luego ir por la presidencia de la República con su pupilo y hombre de confianza Gonzalo Castillo.

Por gente como Hipólito Mejía el país no avanza institucionalmente al ritmo que demanda la sociedad y los tiempos, porque su práctica política son los acuerdos de mesas de dominó.

El de ahora es uno de esos momentos históricos en que una nación supera su tradición y cultura de impunidad o se pierde en la marisma de los acuerdos políticos de aposento.

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