“Miguel, no”, fue lo que pudo escuchar la asistente Érika Herrera detrás de la puerta del despacho del ministro Orlando Jorge Mera, seguido de los seis disparos que le arrebataron la vida.

Aun con la actitud prepotente y agresiva con la que irrumpió Fausto Miguel de Jesús Cruz de la Mota, el asesino confeso, en las instalaciones del Ministerio de Medio Ambiente el pasado lunes 6 de junio, Orlando Jorge Mera permitió la interacción con él, sin seguridad de por medio.



Se trata de su amigo de infancia, que gozaba de su confianza. Según el expediente, el imputado visitaba constantemente el Ministerio sin cita y solicitaba ser atendido por el ministro. Llevaba una estela de atropellos al personal de Medio Ambiente, incluso Jorge Mera llegó a llamarle la atención en alguna ocasión, pero este, conforme al expediente, se creía con el derecho de mandar en esa institución bajo el argumento de que “había que resolverle y que no se le estaba dando la atención que merecía”.