A mediados de diciembre de 1847 decidió probar el cloroformo en un parto. Simpson y Duncan, hicieron un cono con el pañuelo y vertieron una cucharadita de cloroformo ante la nariz de la parturienta, que cayó en un sueño tranquilo. El parto duró veinte minutos sin complicación alguna.

La mujer despertó sin problemas, ignorando que había parido una niña. Sin embargo, muchos alzaron sus voces de protesta. Los fervientes creyentes expresaban que el acto iba contra las palabras de la Biblia, donde menciona “… Y parirás a tus hijos con dolor”.