El año 2021 fue el de la recuperación de la demanda y el consumo de forma repentina (casi súbita), disparando el precio del petróleo, metales, gas y decenas de inputs cuya producción (lado de la oferta) no estaba preparada para la rápida recuperación de la demanda.

En 2022 se esperaba que llegase la calma a los precios, puesto que todos esos factores ‘temporales’ debían corregirse en el corto plazo. Sin embargo, el mundo ha entrado en 2022 y la inflación sigue muy viva. La banca central se apresura a endurecer su política monetaria, iniciando un camino que debería ser progresivo, pero que ahora podría recorrerse en unos pocos meses, acercando a EEUU y al mundo a la próxima recesión. ¿Qué ha fallado en los planes de bancos centrales, gobiernos e instituciones económicas?

Primero, la inflación ha llegado mucho más lejos de lo que se creía en un principio. Los precios han batido las expectativas y la inflación se ha expandido por casi toda la cesta de la compra de los hogares. Las ondas de lo que empezó siendo un fenómeno puramente energético han ido expandiéndose a todos los bienes y servicios.