Juan Pablo Duarte, el fundador de la República Dominicana, se enfrentó a los haitianos en procura de la separación entre las dos naciones que comparten la isla La Española, y no expresó odio o racismo o algún otro sentimiento innoble como ser humano contra los ciudadanos de Haití o contra los gobernantes de ese país.

Quienes hoy se llaman nacionalistas y seguidores de Juan Pablo Duarte no pueden utilizar el pensamiento duartiano para inyectar a los ciudadanos dominicanos el odio que transmiten en sus mensajes por diversas vías. Somos dominicanos, y seguiremos siendo orgullosamente dominicanos, y Duarte seguirá siendo el mejor ejemplo de los luchadores por nuestra libertad, pero sin odio y sin racismo, y sin abusar manipulando la historia ni los datos que de ella se desprenden.