El gobierno haitiano, incapaz en varios aspectos de hacer respetar los derechos de sus ciudadanos y constituido en un símbolo de lo fallido, reclama que sus emigrantes reciban un trato digno en el exterior.

Ante demostraciones de incompetencia contra agresivos civiles armados se reafirma que Haití es exportador de multitudes hambreadas y bajo terror, cuyas autoridades pretenden delegar soluciones en la comunidad internacional.

Que esta no enfrente en sus propios límites geográficos los amargos frutos de una extinción del principio de autoridad, es pasar por alto con crueldad el compromiso hemisférico de defender de agresiones a estas naciones.Se está desconociendo olímpicamente a la Carta Democrática Interamericana que dice que los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla, lo que no ocurre al otro lado de la frontera.