Desencantados ante el caos político que prevalece desde hace meses, los haitianos enfrentan desde el inicio de la semana una degradación acelerada de sus condiciones de vida por culpa de las pandillas que controlan el acceso de las terminales petroleras.

“Estamos racionando el agua en mi casa”, relata una atemorizada Daphné Bourgoin, de 42 años. “Y para mis hijos que tienen clases en línea, ¿hasta cuándo va a durar internet?”, se pregunta esta jefa de una empresa textil obligada a cerrar desde el lunes.