Era mediados de 1999 cuando los Dodgers identificaron en Baní a un prospecto de 15 años entrenado por Enrique Soto de nombre Willy Aybar y enloquecieron. Un torpedero ambidiestro, con buenas manos, poder, contacto y velocidad que su entrenador vendía como el próximo Alex Rodríguez.
Desde un principio comenzaron las controversias, medios como Los Ángeles Times, Washington Post e USA Today enviaron equipos a indagar y encontraron material de sobra como para hacer películas. Desde el monto que cobró el entrenador, del bajo nivel académico de un Aybar incapaz en ese entonces de firmar su nombre, de la ignorancia financiera de la familia que vivía a la orilla del río y de la forma en cómo comenzó a repartirse y gastarse el dinero.