Un hecho insólito ocurrió en Corea del Sur cuando un hombre, frustrado por problemas mecánicos con su vehículo, decidió destrozar su propio auto Mercedes-Benz, valorado en más de 500 mil dólares, frente al concesionario donde lo adquirió. Armado con un palo de golf, comenzó a golpear con fuerza cada parte del lujoso automóvil, mientras decenas de personas grababan la escena.

Según reportes locales, el propietario llevaba semanas reclamando una solución a fallas persistentes en el vehículo, sin recibir respuestas satisfactorias por parte de la empresa. Cansado de la espera y de la supuesta indiferencia del concesionario, optó por una protesta extrema para llamar la atención. Cada impacto con el palo de golf era un golpe al silencio institucional, y para muchos, también un golpe simbólico al orgullo de la marca.

El suceso generó amplio debate en redes sociales y en medios internacionales. Se informó que tras el acto de protesta, el concesionario decidió iniciar negociaciones con el cliente, quien logró su cometido: hacer ruido y forzar una respuesta. Como bromeó un testigo en el lugar, “cada golpe debe haber costado unos 10 mil dólares, pero parece que valió la pena”. La situación aún está bajo evaluación legal y comercial por ambas partes.