Hace siete años, Ramón Eduardo Fernández Rodríguez era un nombre que inspiraba esperanza y admiración en la comunidad de La Reina. Tras perder ambas piernas en un trágico accidente, Ramón se convirtió en un ejemplo de resiliencia y superación. Sin embargo, el hombre que una vez fue aclamado como un héroe hoy es recordado por un crimen atroz: el feminicidio de la joven Udelka del Carmen Peralta Paulino, de tan solo 16 años.
Ramón Fernández, quien perdió sus piernas al ser atropellado por una patana, se rehusó a rendirse ante la adversidad. En lugar de dejarse vencer, se adaptó a su nueva realidad y comenzó a vender helados para ganarse la vida. Su determinación y su espíritu indomable lo convirtieron en una figura querida en el Licey. Con el tiempo, su negocio creció, pasando de vendedor ambulante a prestamista.
Sin embargo, detrás de esa fachada de superación y éxito, se escondía una realidad perturbadora. Ramón había adquirido un arma de fuego y, con ella, una actitud intimidante y agresiva. Sus traumas no tratados y su baja autoestima se transformaron en una peligrosa necesidad de poder y control.
Ramón Fernández comenzó a mostrar un comportamiento violento hacia su pareja y en la calle no dudaba en exhibir su arma para amedrentar a otros. Su concepto distorsionado del amor y su resentimiento hacia su entorno lo llevaron a adoptar un patrón de abuso y control sobre mujeres jóvenes y vulnerables, especialmente aquellas que provenían de familias disfuncionales o ausentes.
Udelka del Carmen Peralta Paulino, una adolescente de 16 años, fue una de las víctimas de Ramón. A través de regalos y falsas promesas, Ramón se ganó su confianza y la aisló de su entorno familiar. A pesar de las amenazas y el control constante, Udelka intentó alejarse de él. Sin embargo, Ramón la acosaba y la sometía a golpizas brutales.
El 9 de febrero, mientras regresaba de la escuela, Ramón la atacó públicamente, provocando heridas visibles. Udelka denunció el abuso, pero la respuesta institucional fue insuficiente. El 21 de marzo, Ramón consumó su crimen. Tras asesinar a la joven de manera brutal, intentó engañar a la familia y a las autoridades ofreciéndose para buscarla.
Ramón Fernández ahora enfrenta un juicio, y los familiares de Udelka esperan que sea condenado a la pena máxima de 30 años. Este caso no solo resalta la tragedia de una vida joven perdida, sino también la necesidad de una respuesta más efectiva y protectora por parte de las instituciones ante situaciones de violencia de género.
La historia de Ramón Fernández es una lección amarga sobre cómo los traumas no tratados y el abuso de poder pueden convertir a un hombre admirado en un monstruo. La memoria de Udelka del Carmen Peralta Paulino, y de todas las víctimas de violencia de género, debe impulsarnos a luchar por un sistema que proteja y defienda a quienes más lo necesitan.