Jerusalén. – El presidente de Argentina, Javier Milei, afirmó este miércoles ante el Parlamento de Israel que la comunidad internacional ha tergiversado el conflicto entre Israel y Hamás, invirtiendo los roles de víctima y victimario. En su discurso, expresó su pleno respaldo al Estado israelí y criticó duramente a quienes, según él, han sido influenciados por “la propaganda terrorista”.

“Argentina está con ustedes en este difícil momento”, dijo Milei. “Lamentablemente no puedo decir lo mismo de gran parte de la comunidad internacional, que se ha dejado manipular y ahora considera agresor a quien se defiende de la barbarie”. En ese contexto, llamó a los países del mundo a “recuperar su brújula moral” y a decidir de qué lado están: “¿Del terror o de la libertad? ¿De la vida o de la muerte?”, cuestionó.

Durante su visita oficial de tres días a Israel, Milei también anunció que en 2026 hará efectivo el traslado de la embajada argentina en el país a Jerusalén, cumpliendo así una promesa de campaña. Además, participó en reuniones con autoridades israelíes, visitó el Muro de los Lamentos y se reunió con familiares de rehenes argentinos retenidos en Gaza.

Con esta visita, el mandatario argentino refuerza su alineamiento ideológico y diplomático con Israel, mientras genera controversia en sectores internacionales que abogan por una postura más neutral ante el conflicto en Medio Oriente.

El anuncio del traslado de la embajada fue recibido con entusiasmo por las autoridades israelíes, que agradecieron el gesto como una muestra de apoyo firme en tiempos de tensión regional. De concretarse, Argentina se sumaría a un reducido grupo de países que han reconocido oficialmente a Jerusalén como capital del Estado de Israel, una decisión que ha sido históricamente polémica por sus implicaciones en el conflicto con Palestina.

En Argentina, las declaraciones de Milei han generado reacciones divididas. Mientras sectores conservadores y proisraelíes celebran la firmeza del mandatario, voces críticas advierten sobre un alineamiento excesivo que podría aislar al país en el plano diplomático. Organizaciones de derechos humanos y referentes políticos han pedido un enfoque más equilibrado, que promueva la paz sin renunciar al compromiso con los derechos de todos los pueblos involucrados.