Israel confirmó este martes la muerte de Ali Shadmani, recién nombrado jefe del Estado Mayor de Guerra de Irán, como resultado de un ataque aéreo de precisión ejecutado contra instalaciones militares y nucleares iraníes.

Ali Shadmani había asumido el máximo cargo de las fuerzas armadas de la República Islámica tras el asesinato de su predecesor apenas unos días antes, también en un bombardeo israelí. La muerte del alto mando militar representa un golpe significativo a la cúpula de defensa iraní y marca un nuevo punto crítico en la creciente espiral de violencia entre ambos países.

El ataque se produjo en el contexto de un conflicto que ya suma cinco días de intensos enfrentamientos, iniciados tras una serie de ciberataques y provocaciones mutuas en la región. Fuentes militares israelíes señalaron que Shadmani se encontraba en un complejo subterráneo cerca de Natanz, cuando fue alcanzado por misiles guiados que destruyeron parte de la infraestructura nuclear.

Irán, por su parte, no ha confirmado oficialmente la muerte del general, pero prometió una “respuesta contundente y devastadora”. Las autoridades iraníes han declarado alerta máxima en varias provincias y movilizado tropas hacia la frontera occidental.

Desde Washington, el presidente Donald Trump, quien regresó este mismo martes tras su breve participación en la cumbre del G7 en Canadá, declaró que Estados Unidos no respaldará un alto al fuego en este momento. “No buscamos pausas. Queremos poner fin al conflicto, y eso no se logra deteniéndose a mitad de camino”, afirmó.

Estas declaraciones han generado preocupación en la comunidad internacional, mientras el Consejo de Seguridad de la ONU se prepara para una sesión de emergencia. Organismos humanitarios han advertido del riesgo de una catástrofe regional, especialmente si otros actores como Hezbollah, Siria o Estados Unidos se involucran de manera directa en la confrontación.