En una esquina de Santo Domingo Este, frente a una escuela pública, nació lo que hoy es Congelatto, una marca que ha transformado el tradicional helado de fundita en una experiencia cultural. Anatalia Paredes, una madre decidida, comenzó vendiendo helados caseros desde su cocina con una neverita como aliada. Lo que empezó como una forma de sustento familiar, se ha convertido en un símbolo de innovación y resiliencia.
Su hija, Natalie, fue clave en la evolución del proyecto. Luego de que pensionaran a su madre, decidió crear una cuenta en redes sociales para ayudarla, sin imaginar que terminaría liderando un emprendimiento de impacto. Apostó por modernizar el producto: helados con frutas naturales, sabores exóticos, toques de alcohol y una presentación creativa que mantiene su esencia artesanal.
El punto de inflexión llegó cuando Natalie fue seleccionada por el programa Academy for Women Entrepreneurs de la embajada de EE.UU., donde profesionalizó su visión. Hoy, Congelatto ha pasado de vender por 10 pesos en la calle a tener un local con productos de hasta 185 pesos, sin perder su alma familiar. Junto a su madre y un equipo comprometido, Natalie ha construido una marca que rescata sabores dominicanos, despierta nostalgia y demuestra que los sueños, con trabajo y unidad, pueden saborearse.
Congelatto también se ha convertido en una plataforma de empoderamiento femenino. Natalie, como emprendedora joven, ha inspirado a muchas mujeres al demostrar que se puede iniciar desde cero y construir algo grande con visión, constancia y propósito. Además, ha creado oportunidades de empleo, especialmente para jóvenes de su comunidad, fomentando un entorno laboral saludable y motivador.
La marca no solo vende helados, sino que conecta con la memoria colectiva del pueblo dominicano. Sus sabores evocan la niñez, los veranos en el barrio y la tradición de compartir. Esa conexión emocional con el cliente ha sido uno de sus ingredientes más poderosos. Congelatto no es una franquicia más; es un símbolo de identidad, de resistencia cultural y de orgullo local.
Con planes de expansión y una base sólida construida con amor y autenticidad, Natalie sueña con llevar Congelatto más allá de la capital y hasta fuera del país. Quiere que el mundo conozca el valor de lo hecho en casa, con historia, con propósito y con sabor dominicano.