Hormigas, celulares y libros: una conversación con Pepe Mujica - The New  York Times

Montevideo.– José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, falleció este martes a los 89 años, dejando un legado marcado por su austeridad, su pensamiento crítico y su profundo compromiso con la justicia social. Aunque se había retirado formalmente de la política partidaria en noviembre pasado, Mujica seguía siendo una de las voces más influyentes del país y de toda América Latina. Su última entrevista con el diario argentino Clarín reveló su mirada lúcida sobre los desafíos del mundo contemporáneo, desde la economía del conocimiento hasta la evolución política del continente.

En aquella conversación, Mujica se mostró autocrítico con sus años de extremismo juvenil, reflexionando sobre la necesidad de construir desarrollo dentro de los márgenes de la economía de mercado. Recordó anécdotas de peso, como una advertencia que le hizo en su momento al expresidente estadounidense Barack Obama, así como un encuentro con un robot en Japón que lo llevó a pensar en el futuro incierto de la humanidad. “Es otra historia lo que se viene encima.

Yo soy un viejo, no lo voy a ver”, dijo, en una frase que hoy resuena con mayor fuerza. Su legado trasciende cargos: fue guerrillero, preso político, presidente, senador y sobre todo, un referente de vida sencilla y pensamiento profundo.

Pepe Mujika

José “Pepe” Mujica fue una de las figuras más emblemáticas de la política uruguaya y latinoamericana, conocido tanto por su papel como expresidente de Uruguay (2010–2015) como por su estilo de vida austero y su discurso cargado de humanidad y sentido común. Antes de llegar a la presidencia, fue guerrillero del movimiento Tupamaros, por lo que pasó más de una década en prisión durante la dictadura militar uruguaya. Esa experiencia marcó profundamente su visión del poder, llevándolo a rechazar los lujos del cargo y vivir en una modesta chacra en las afueras de Montevideo, desde donde impulsó políticas sociales y de inclusión con fuerte respaldo popular.

Más allá de su legado político, Mujica fue un pensador atípico que ganó reconocimiento internacional por su sinceridad y sabiduría popular. Criticó con dureza el consumismo, defendió el desarrollo con equidad y promovió la educación como clave del futuro. En sus últimos años, incluso ya retirado, se mantuvo como una voz influyente, reflexionando sobre los retos del siglo XXI, la fragilidad de las democracias y la necesidad de construir sociedades más justas. Su muerte representa la despedida de un líder distinto: un hombre sencillo, rebelde, pero profundamente humano.