En los últimos días, se ha reavivado el debate sobre la inmigración haitiana y su impacto en sectores clave de la economía dominicana, como la agricultura y la construcción. Diversos actores políticos y sociales han expresado sus puntos de vista sobre la necesidad de regularizar a los nacionales haitianos en el país, reconociendo el papel que desempeñan estos trabajadores en la economía nacional.

El expresidente de la República, Hipólito Mejía, expresó recientemente que la mano de obra haitiana es esencial para el funcionamiento para este tipo de trabajos, señalando que “la agricultura y la construcción no funcionan si no hay haitianos”. De acuerdo con sus declaraciones, esta situación refleja una realidad que los dominicanos deben aceptar por razones sociológicas y económicas. En este contexto, planteó la idea de que el gobierno regularice a los trabajadores haitianos que se encuentran en el país.

La propuesta de regularización ha generado reacciones divididas. Mientras algunos sectores coinciden en que la mano de obra haitiana es indispensable para ciertas industrias, otros abogan por un control más estricto sobre la contratación de extranjeros. Además, se ha señalado que, si bien los haitianos contribuyen a la economía, es necesario que el gobierno impulse condiciones laborales más favorables para los dominicanos en estos sectores, puesto que, muchos de ellos no se integran a estas actividades debido a los salarios bajos, jornadas laborales extendidas, la falta de seguro médico y la ausencia de otros beneficios de ley que deberían ser garantizados.

Desde diversos ámbitos se plantea que, con mejores condiciones laborales, muchos dominicanos estarían más dispuestos a integrarse en la agricultura y la construcción.