La medida, impulsada por el gobierno de Donald Trump, busca proteger la cadena de suministro tecnológica y evitar aumentos desmedidos en los precios de productos como el iPhone.

WASHINGTON. — En medio de la tensión comercial y la aplicación de nuevos aranceles globales, el gobierno de Estados Unidos anunció la exclusión de smartphones, computadoras y otros dispositivos electrónicos de las tarifas impositivas del 10% que se estaban preparando como parte de una política de reciprocidad comercial.

La administración del presidente Donald Trump también eximió estos productos del arancel del 145% sobre importaciones chinas, lo que representa un alivio significativo para gigantes tecnológicos como Apple, que fabrica cerca del 90% de sus iPhones en China.

Aunque el objetivo declarado de los nuevos aranceles es estimular la manufactura nacional, la decisión de excluir estos productos reconoce una realidad ineludible: la fuerte dependencia actual de las cadenas de suministro asiáticas, especialmente chinas.

Expertos señalan que trasladar la producción tecnológica a Estados Unidos representaría un desafío logístico y económico de gran escala. “Podría tomar años y, en el caso de dispositivos como el iPhone, incluso triplicar su precio para el consumidor final”, advirtió un analista del sector.

Con esta exención, el gobierno intenta equilibrar su estrategia proteccionista sin afectar directamente a los consumidores estadounidenses ni a las empresas tecnológicas que aún dependen del ensamblaje asiático para mantener su competitividad global.

La medida también marca una concesión táctica dentro de la guerra comercial, reconociendo los límites inmediatos de una relocalización industrial forzada, especialmente en un rubro tan sensible como el tecnológico.