Ciudad del Vaticano — Durante una conmovedora visita a la prisión Regina Coeli en Roma, en el marco de la Semana Santa de 2025, el Papa Francisco compartió un momento íntimo y sincero con los internos. Recuperándose aún de una neumonía, el Pontífice no perdió su característico sentido del humor ni su calidez humana.

Cuando uno de los presentes le preguntó cómo se sentía, Francisco respondió con una sonrisa: “Me siento… sentado”, provocando sonrisas entre los internos y dejando ver, una vez más, su habilidad para conectar desde la sencillez y el afecto.

En un intercambio espontáneo, también fue consultado sobre cómo vive esta Pascua, marcada por los desafíos de su salud. “La vivo como puedo”, respondió con humildad, reflejando la fragilidad humana, pero también la esperanza que encarna esta fecha para millones de creyentes.

Durante su visita, el Papa recordó que una vez había dicho que “una prisión puede convertirse en basílica”, y reafirmó ese sentimiento: “Hoy entiendo. La prisión hoy es una basílica”.

Su presencia en Regina Coeli, una de las cárceles más antiguas de Italia, fue símbolo de un mensaje claro: la dignidad humana no se pierde tras los muros, y el amor de Dios alcanza incluso los rincones más oscuros.

Una vez más, Francisco demostró que la cercanía, la ternura y el humor también son herramientas pastorales capaces de tocar corazones, incluso en los lugares más inesperados.