El presidente ruso, Vladimir Putin, ha dejado claro que su objetivo no es la paz con Ucrania, sino la rendición de su gobierno. Con más de 20 años de políticas expansionistas, Putin ha mostrado una visión imperialista que ignora la legalidad internacional. Desde la anexión de Chechenia y Georgia hasta su actual agresión en Ucrania, Putin ha utilizado la fuerza militar para conquistar territorios que no le pertenecen, como ocurrió en Crimea. Este comportamiento ha desestabilizado la región y generado un resurgimiento del imperialismo que amenaza con alterar el orden internacional.
Expertos coinciden en que Putin no busca una resolución pacífica, sino un control total sobre Ucrania, utilizando desinformación y engaños para lograrlo. Las consecuencias de esta postura podrían ser devastadoras, ya que muchos países están comenzando a rearme en respuesta a la amenaza rusa. Mientras tanto, Europa y Estados Unidos siguen intentando comprender la magnitud de esta crisis, que podría desencadenar un conflicto mayor si no se actúa de manera firme y decidida.
Putin se ha mostrado indiferente ante las consecuencias internacionales, y su enfoque ha dejado en evidencia un mundo en el que la fuerza está reemplazando los acuerdos diplomáticos, llevando a la comunidad internacional a preguntarse si se está repitiendo la historia de la deshonra que precedió a la Segunda Guerra Mundial.



