El 7 de abril entrará en vigor la nueva medida de Haití que prohíbe la entrada de mercancías provenientes de la República Dominicana, a través de las fronteras terrestres. Aunque esta decisión no sorprende a muchos, dado el contexto de inestabilidad que atraviesa el país vecino, plantea varias interrogantes sobre sus efectos tanto en Haití como en la economía de la región.

Las autoridades haitianas, a quienes algunos consideran contradictorias en sus enfoques, explicaron que esta medida busca frenar el contrabando de productos y la circulación de armas ilegales, un problema persistente en las relaciones bilaterales con República Dominicana. La creciente violencia de las pandillas en Haití, que controla alrededor del 80% de las actividades en las principales terminales portuarias, ha complicado aún más la situación. La terminal de Puerto Príncipe, que se encuentra asediada por bandas armadas, ha experimentado graves problemas operacionales, principalmente en lo que respecta al suministro de combustible y otros productos esenciales.

El comercio entre ambos países, especialmente de alimentos y bienes de consumo, ha dependido en gran parte de las rutas terrestres, que atraviesan la República Dominicana hacia Haití. Esta prohibición tendrá un impacto directo en la economía haitiana, donde las importaciones a través de puertos son limitadas debido a la falta de seguridad y operatividad.

Aunque la medida busca detener el tráfico ilegal de productos y armas, se teme que en realidad favorezca el aumento de la actividad de las pandillas, quienes siguen encontrando vías alternativas para el contrabando. A pesar de los esfuerzos por controlar las fronteras, el comercio ilegal podría intensificarse a través de rutas informales, mientras que la población haitiana podría enfrentar un aumento en los precios de los productos básicos.

Además, algunos analistas advierten que la medida podría tener consecuencias negativas para la población más vulnerable de Haití, ya que limita el acceso a mercancías esenciales. En el contexto actual, donde la economía de Haití depende en gran medida de los bienes que llegan desde la República Dominicana, esta decisión podría agravar aún más la crisis humanitaria en el país.

Así, la prohibición no solo refleja una estrategia contra el contrabando y las armas, sino que también subraya la falta de soluciones duraderas para resolver los problemas estructurales que afectan tanto a Haití como a sus relaciones con República Dominicana.