Washington, D.C. – Estados Unidos se enfrenta a un alarmante brote de sarampión con al menos 353 casos reportados en varios estados. En Texas, un niño en edad escolar, sin afecciones subyacentes y no vacunado, falleció el mes pasado a causa de la enfermedad, lo que ha reavivado la preocupación sobre la baja cobertura de vacunación.

El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas del planeta. Se transmite por el aire a través de la tos, los estornudos e incluso la respiración. Lo más preocupante es que el virus puede permanecer en el ambiente hasta dos horas después de que una persona infectada haya abandonado un lugar, aumentando el riesgo de contagio. Según expertos, si una persona no vacunada ingresa a un espacio donde estuvo alguien con sarampión, tiene un 90% de probabilidad de infectarse.

El Dr. Elmer Huerta, especialista en salud pública, explicó en una entrevista que la alta capacidad de transmisión del virus se debe a su carga viral mínima para generar infección y a su persistencia en el aire. “Es como cuando entras a una habitación y todavía puedes percibir el olor a cigarrillo de alguien que fumó hace horas. Lo mismo ocurre con el virus del sarampión, que queda suspendido en el aire y puede infectar a personas no vacunadas que entren después”, explicó.

Antes de la introducción de la vacuna en 1963, el sarampión causaba anualmente la muerte de entre 400 y 500 niños en EE.UU., además de 48,000 hospitalizaciones. A nivel global, la enfermedad provocaba 2.6 millones de muertes infantiles al año. Gracias a los programas de inmunización, el sarampión fue declarado erradicado en EE.UU. en el año 2000. Sin embargo, la disminución en las tasas de vacunación ha provocado su resurgimiento.

Las autoridades sanitarias han expresado su preocupación sobre el impacto de los recortes presupuestarios en los programas de vacunación. La reducción de fondos afecta la capacidad de los equipos de salud para realizar campañas de concienciación y vacunación en comunidades vulnerables. No obstante, un giro inesperado en la política de salud podría traer esperanza. El secretario de Salud de EE.UU., Robert F. Kennedy Jr., quien previamente fue un crítico de las vacunas, ha reconocido recientemente la importancia de la inmunización y la necesidad de reforzar los esfuerzos para detener el brote.

Los expertos estiman que la situación podría tardar al menos un año en ser controlada si no se toman medidas contundentes. Mientras tanto, las autoridades sanitarias instan a la población a verificar su estado de vacunación y a inmunizar a los niños para evitar un retroceso en los logros de salud pública alcanzados en las últimas décadas.