La Estatua de la Libertad se ha convertido en el centro de una polémica internacional luego de que el político francés Raphaël Glucksmann sugiriera que Estados Unidos ya no merece el icónico monumento, regalo de Francia hace casi 140 años.

Durante un discurso el pasado fin de semana, Glucksmann, miembro del Parlamento Europeo y líder del partido Public Place, afirmó que algunos estadounidenses “han optado por ponerse del lado de los tiranos” y, por lo tanto, deberían devolver la estatua.

“Fue nuestro regalo para ustedes. Pero, al parecer, la desprecian. Así que estará feliz aquí con nosotros”, expresó el político, lo que provocó aplausos y vítores entre sus seguidores.

La respuesta desde Washington no se hizo esperar. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, calificó a Glucksmann como un político de “bajo nivel” y recordó la contribución de EE.UU. en la historia de Francia.

“Es solo gracias a los Estados Unidos de América que los franceses no hablan alemán en este momento”, declaró Leavitt en una rueda de prensa, sugiriendo que Francia debería estar agradecida con EE.UU. por su papel en la Segunda Guerra Mundial.

El debate ha generado reacciones divididas en redes sociales y en círculos diplomáticos, avivando una discusión sobre el simbolismo y el valor histórico de la Estatua de la Libertad, que sigue siendo un emblema de la amistad entre ambas naciones.