A medida que las ciudades crecen y el número de vehículos en las calles aumenta, el tiempo y la paciencia de los dominicanos se ven consumidos en interminables embotellamientos. Indhira Navarro, en su programa Enigmas: Investigación Periodística, analiza las causas y consecuencias del problema, así como posibles soluciones para mejorar la movilidad en el país.

Un problema sin horario ni solución inmediata

El tránsito en República Dominicana ha dejado de tener horas pico: desde las 6:30 a.m. hasta las 9:00 p.m., las principales vías de Santo Domingo se encuentran congestionadas. La movilidad urbana se ve afectada por la falta de planificación y la alta cantidad de vehículos privados en circulación. Según el urbanista Marcos Barinas, el problema radica en la ausencia de opciones de transporte público eficientes, lo que obliga a la población a depender de automóviles y motocicletas.

Movilidad y accesibilidad: conceptos clave

El especialista destaca que el problema del tráfico no solo involucra la cantidad de vehículos en la calle, sino la movilidad y accesibilidad de las personas. Mientras el tráfico se refiere a la cantidad de vehículos en movimiento, la movilidad comprende los medios utilizados para desplazarse (autos, autobuses, metro, a pie, etc.). Por otro lado, la accesibilidad se enfoca en la cercanía de los servicios esenciales a la población.

Un parque vehicular en constante crecimiento

Según datos de la Dirección General de Impuestos Internos, en 2024 el parque vehicular superó los 6 millones de unidades, con más del 50% siendo motocicletas. En los últimos cuatro años, el número de vehículos aumentó un 25%, lo que coloca a República Dominicana como el tercer país con más vehículos por habitante en América Latina, después de Brasil y Argentina.

Este crecimiento descontrolado ha generado una sobrecarga en las vías. Miguel Peguero, de la Unión Nacional de Taxistas y Choferes Organizados, señala que cada día ingresan al país 900 vehículos adicionales, sin que existan medidas para limitar esta expansión o mejorar la infraestructura vial.

Los olvidados del sistema: peatones y transporte público

Mientras muchos conductores se quejan del tráfico, la realidad de quienes dependen del transporte público es aún más difícil. Según encuestas nacionales, el 70% de los hogares dominicanos se desplazan mayormente a pie, sin embargo, la inversión en aceras seguras y sistemas de movilidad accesibles sigue siendo mínima.

Además, el sector de transporte público enfrenta deficiencias notables. William Pérez Figuereo, empresario del transporte, resalta la necesidad de implementar medidas como el transporte escolar estatal, escalonar horarios laborales y fomentar el uso de autobuses para empleados públicos.

Intentos de solución con resultados limitados

En el pasado, se han aplicado estrategias como la reorganización del sentido de las calles y la restricción de circulación de ciertos vehículos. Sin embargo, estas medidas han tenido poco impacto en la reducción del congestionamiento. Proyectos como el metro, el teleférico y la construcción de elevados han aliviado el problema temporalmente, pero la falta de planificación a largo plazo ha permitido que la crisis vuelva a desbordarse.

Educación vial y tecnología como herramientas de cambio

El comportamiento de los conductores también influye en el caos vehicular. Muchos ignoran las señales de tránsito, mientras que los semáforos son respetados solo cuando hay agentes de la Digesett presentes. La falta de conciencia vial y cultura de respeto a las normas agrava aún más la situación.

El uso de aplicaciones como Waze ha permitido a los conductores encontrar rutas alternativas, pero no soluciona el problema de fondo. Expertos sugieren que la implementación de sistemas tecnológicos avanzados para la gestión del tráfico y la educación vial masiva podrían contribuir a mitigar la crisis.

Conclusión: un cambio necesario

El caos vehicular en República Dominicana requiere soluciones integrales que incluyan transporte público eficiente, inversión en infraestructura, regulación del crecimiento del parque vehicular y una mayor educación vial. Sin cambios estructurales y voluntad política, el problema seguirá afectando la calidad de vida de millones de ciudadanos.