El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha generado controversia al proponer la legalización de la cocaína a nivel mundial. Durante el Consejo de Ministros transmitido en vivo esta semana, el mandatario afirmó que la cocaína “no es más dañina que el whisky” y que su ilegalidad se debe a que se produce en América Latina, y no a sus efectos. Según Petro, la droga es estigmatizada por su origen y no por razones científicas, asegurando que los expertos han analizado su impacto en la salud.

El presidente colombiano también señaló que la legalización de la cocaína permitiría desmantelar con facilidad el tráfico mundial de esta sustancia, sugiriendo que podría venderse de manera regulada como el vino. En su discurso, enfatizó que los principales problemas de drogadicción en Estados Unidos no provienen de la cocaína, sino del consumo de opioides sintéticos como el fentanilo, que están causando numerosas muertes y que, según él, no son fabricados en Colombia.

Datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) indican que en 2023 Colombia alcanzó un récord de 253.000 hectáreas de cultivos de hoja de coca y produjo 2.600 toneladas de cocaína, consolidándose como el mayor exportador de esta droga en el mundo. Por otro lado, Estados Unidos continúa siendo el principal consumidor, lo que refuerza el argumento de Petro sobre la demanda externa como motor del narcotráfico.

Colombia ha vivido décadas marcadas por el narcotráfico, con profundas consecuencias sociales y políticas desde los años ochenta. La producción y comercio de cocaína han generado violencia, corrupción y conflictos internos que siguen afectando al país. La propuesta de Petro, aunque polémica, reabre el debate sobre nuevas estrategias para abordar el problema de las drogas y sus implicaciones a nivel global.