El Dr. Christian Concepción, especialista en medicina estética, ha emitido una alerta sobre los peligros del botulismo, una enfermedad grave que puede ser provocada por malas prácticas estéticas, como el mal uso del Botox. Su declaración surge tras el caso reciente en República Dominicana, en el que la comunicadora Denisse Peña fue víctima de esta enfermedad luego de someterse a un procedimiento estético con Botox, que casi le cuesta la vida.

Peña, quien compartió su experiencia, expresó: “Yo nunca pensé que tenía una situación de botulismo”. Este caso resalta una preocupación creciente sobre la seguridad en los procedimientos estéticos, especialmente aquellos que implican la inyección de toxinas como el Botox.

El botulismo es una enfermedad rara, pero grave, causada por la bacteria Clostridium botulinum. Fue documentado por primera vez en 1820, pero en 1895, los científicos lograron identificar la bacteria tras un brote en un funeral, donde se consumió jamón contaminado. Los síntomas del botulismo suelen aparecer entre 6 horas y 10 días después de la exposición e incluyen visión borrosa o doble, dificultad para hablar o tragar, problemas para respirar y parálisis muscular generalizada.

El Botox, que proviene de la toxina botulínica tipo A, se usó inicialmente en oftalmología durante las décadas de 1980 y 1990 para tratar espasmos musculares y el estrabismo (disco). En 2002, la FDA aprobó su uso en estética para tratar arrugas y líneas de expresión, convirtiéndose en uno de los tratamientos antienvejecimiento más populares del mundo.

Si bien el botulismo es una enfermedad rara, el Dr. Concepción resalta que es importante tener en cuenta que el riesgo de contraer botulismo a través del Botox es extremadamente bajo cuando se utiliza un producto certificado y administrado adecuadamente. El Botox utilizado en medicina estética y terapéutica es una forma altamente purificada y segura de la toxina botulínica, aplicada en dosis controladas por profesionales capacitados.

No obstante, el Dr. Concepción advierte que el riesgo de botulismo puede aumentar si el Botox utilizado proviene de fuentes no certificadas o falsificadas, o si el producto no cumple con las normas de higiene adecuadas. Además, técnicas inapropiadas de aplicación, como las realizadas por personal no capacitado, pueden ocasionar una distribución incontrolada de la toxina, lo que incrementa el riesgo de complicaciones graves.

“En este caso particular, el uso adecuado del Botox no representa un riesgo real de botulismo. Es un tratamiento seguro cuando se realiza correctamente. La clave está en asegurarse de que el producto sea auténtico, provenga de fuentes confiables y sea administrado por un profesional experimentado”, concluyó el Dr. Concepción.