La primera caravana migrante del 2025, que partió desde Chiapas en la madrugada del 2 de enero, continúa su marcha hacia Estados Unidos, inundando temporalmente las calles del sur de México. Cargando sus pocas pertenencias y esperanzas, los migrantes buscan alcanzar su destino final, a pesar de los obstáculos que enfrentan en el camino.

Francisca, una madre de familia, muestra con tristeza las cicatrices de bala que su hijo recibió en Ecuador, donde vivieron bajo la amenaza constante de la violencia. “Vendimos todo para alejarnos de allá, pero aquí seguimos sufriendo para llegar al objetivo”, comenta. Ella se unió a la caravana con su familia, decidida a llegar a una vida mejor, al igual que la señora Ros, quien viaja en un triciclo para aliviar la carga de su familia durante el arduo trayecto.

A medida que avanzan, los migrantes enfrentan desafíos tanto internos como externos. Algunos intentan adelantarse, pero otros, como Ángel, insisten en mantener la unidad del grupo. “Si nos fragmentamos, tenemos menos posibilidades de avanzar”, asegura. Para ellos, el destino común es uno solo: llegar a los Estados Unidos.

El grupo avanza principalmente por la madrugada, evitando la visibilidad de los agentes migratorios mexicanos, quienes en su mayoría permiten su paso. A corto plazo, la caravana planea llegar a la Ciudad de México, donde buscarán refugio en los campamentos de migrantes temporales mientras esperan una solución a su situación.

El gobierno mexicano ya analiza planes para gestionar esta crisis migrante, y la presidenta Claudia Sheinbaum ha anunciado una reunión este mes con líderes de países afectados por la migración. Además, se ha hablado de un acercamiento con el futuro presidente de EE.UU., Donald Trump, para explorar opciones de colaboración.

Mientras tanto, en el sur de México, la incertidumbre crece entre los migrantes. Algunos ya consideran que México podría ser su segunda oportunidad de vida si no logran cruzar a EE.UU.