Mientras muchos huyen al ver una cucaracha, Cristian Mendoza las deja caminar por su rostro y manos sin temor ni asco. Este ingeniero agrónomo, conocido como el ‘Hombre Insecto’, ha dedicado años a criar y estudiar insectos, convencido de que cumplen una función vital en el ecosistema.

Mendoza defiende a las cucarachas de su mala reputación y asegura que, lejos de ser sucias, pueden ser aliadas del medioambiente. “No tengo problema en que exploren mi cuerpo porque sé que han sido criadas por mí, están sanas, libres de pesticidas y patógenos”, explica.

Pero no solo las cucarachas forman parte de su peculiar hogar. También convive con grillos, gusanos y mantis religiosas, e incluso ha descubierto que el excremento de estos insectos es un fertilizante altamente efectivo para sus plantas y hortalizas. “Mis insectos son criados de forma natural, sin químicos. La cadena fluye: su abono nutre mis plantas y se repite el ciclo”, comenta.

¿Cucarachas en el menú?

Además de su aporte ecológico, Mendoza cree que las cucarachas podrían revolucionar la alimentación humana debido a su alto contenido proteico. “No nos sorprenda que en unos años estemos consumiendo proteína de cucaracha en panes, pasteles o de otras formas”, predice.

Sin embargo, su amor por los animales no se limita a los insectos. En su hogar también cuida ratas con el mismo esmero, asegurando que cada una de sus “peculiares mascotas” tiene un espacio especial en su vida.

Con planes de comercializar el abono orgánico producido por sus insectos, Mendoza demuestra que su pasión por la naturaleza va más allá de lo convencional. Mientras tanto, aunque sus vecinos puedan respirar tranquilos sabiendo que mantiene a sus insectos en un área segura, la pregunta sigue en el aire: ¿logrará cambiar la percepción del mundo sobre estos pequeños pero poderosos seres?