En medio del auge de las cirugías estéticas en República Dominicana, surgen preocupaciones sobre los riesgos ocultos que enfrentan los pacientes, especialmente las mujeres que recurren a procedimientos múltiples en un corto periodo. Un caso reciente ha sacudido al país: la trágica muerte de Pamela Almánzar, de 28 años, quien perdió la vida tras someterse a una cirugía estética realizada por el cirujano Edgar Contreras. La joven, que inicialmente iba a operarse para reducirse los senos, terminó con varios procedimientos adicionales, como liposucción en distintas áreas del cuerpo. Según su familia, la situación empeoró poco después de la operación, y Pamela falleció a los pocos días.
El caso ha puesto en evidencia las prácticas cuestionables de algunos médicos, que, en busca de ganancias rápidas, realizan múltiples cirugías simultáneamente sin considerar los riesgos inherentes. Aunque algunos cirujanos defienden la habilidad de Contreras, muchos se cuestionan cómo es posible que un profesional con un historial de operaciones problemáticas siga ejerciendo, poniendo en riesgo la vida de sus pacientes. La combinación de cirugías y condiciones no óptimas, como niveles bajos de hematócrito, es un factor crucial en los riesgos de estas intervenciones.
La situación también ha generado un debate sobre la responsabilidad de los médicos y la falta de regulación en el sector. Muchos argumentan que, aunque los pacientes firman un consentimiento informado, la carga de la responsabilidad no debe recaer completamente sobre ellos. Es imperativo que los cirujanos asuman la responsabilidad de evaluar adecuadamente la condición de sus pacientes antes de realizar cualquier operación, y que la sociedad médica y el gobierno tomen medidas más estrictas para regular este tipo de procedimientos.
En este contexto, el Ministerio de Salud Pública ha intervenido, cerrando temporalmente la clínica de Contreras en Arroyo Hondo mientras se investiga lo sucedido. Las autoridades también han comenzado a entrevistar al cirujano y a su equipo médico para determinar si hubo mala praxis. Sin embargo, los cuestionamientos persisten: ¿cómo es posible que estos procedimientos se sigan llevando a cabo sin una adecuada supervisión, poniendo en peligro la vida de tantas personas?
La trágica historia de Pamela Almánzar se suma a una larga lista de incidentes relacionados con cirugías estéticas en el país. Aunque República Dominicana es conocida por su talento en la cirugía plástica, esta creciente preocupación por los procedimientos inseguros y la falta de conciencia de algunos profesionales pone en riesgo la reputación del sector. Es hora de que se tomen medidas firmes para proteger a los pacientes y evitar que más vidas se pierdan en nombre de la belleza.