En Ato Mayor, la indignación ha alcanzado niveles críticos debido a casos insólitos de facturación eléctrica que afectan especialmente a las comunidades más vulnerables. María Silvestre, una humilde residente de la zona rural de Santa Ana, es el rostro de esta problemática. Durante años, su consumo eléctrico mensual no superaba los 300 pesos, considerando que solo cuenta con una nevera, un televisor y un abanico. Sin embargo, su más reciente factura ascendió a la exorbitante suma de 430,000 pesos, un monto inexplicable y alarmante.
“Yo no entiendo cómo puede ser posible. Han venido a revisar mi casa varias veces y no encuentran nada irregular, pero la factura sigue igual. Solo tengo lo básico en mi casa”, relató María, visiblemente afectada. La factura, a nombre de Andrés Díaz Calderón, ha sido objeto de múltiples reclamos, sin solución por parte de la empresa eléctrica.
Este no es un caso aislado. Decenas de residentes de Ato Mayor han reportado aumentos similares en sus facturas, que en algunos casos han llegado al triple de lo que solían pagar. Esto ha provocado que grupos comunitarios se organicen y salgan a las calles para exigir una solución inmediata.
“No solo es en las zonas rurales; aquí en el pueblo también estamos viendo facturas exorbitantes. Antes pagábamos 12,000 pesos en la emisora, y ahora nos llega de 28,000. Esto es insostenible”, declaró un comerciante local durante las protestas.
Los manifestantes acusan a la empresa eléctrica de abuso y mala gestión, exigiendo no solo la revisión de las facturas, sino también una mejora en el servicio eléctrico, que consideran deficiente y desigual. “No podemos pagar más de luz que de comida. Esto es un abuso contra el pueblo trabajador”, expresaron los residentes.
La situación ha generado un llamado urgente a las autoridades y a la empresa eléctrica Edes para intervenir y resolver estas anomalías que afectan gravemente la economía de la comunidad. Mientras tanto, el caso de María Silvestre se ha convertido en símbolo de lucha contra la injusticia en Ato Mayor.
