La situación de los hospitales en la provincia Duarte ha alcanzado niveles alarmantes, según una serie de denuncias recibidas por medios locales, poniendo en evidencia las deplorables condiciones que enfrentan miles de pacientes. En particular, el Hospital Regional Universitario San Vicente de Paul, un centro que debería atender a una población de aproximadamente 963,000 habitantes, ha sido señalado como un foco de descuido y falta de recursos.

En un informe especial por la periodista Nuria Piera, muestra la reciente exposición de las condiciones en hospitales como el Antonio Musa y el de La Romana, informes de familiares y pacientes han revelado una realidad aún más desalentadora en el Hospital San Vicente de Paul. Entrevistas con afectados han sacado a la luz el impacto devastador de la falta de insumos médicos, una infraestructura envejecida, y un personal médico que, a menudo, no está presente para atender a los pacientes adecuadamente.

Una madre angustiada comparte su dolor al narrar la pérdida de sus dos hijos, ministrando severas críticas hacia la administración del hospital. “Me dejaron morir a mis hijos debido a la falta de atención y medicinas”, expresó con lágrimas en los ojos. Otros testimonios corroboran esta visión: una joven que tardó casi 48 horas en ser atendida en cuidados intensivos tras sufrir un grave accidente, refleja la ineficacia del sistema.

“La falta de equipos para realizar exámenes básicos y la ausencia de un banco de sangre son solo parte de los problemas que enfrentamos aquí,” afirmó un familiar de un paciente que, al borde de la muerte, no pudo acceder a una transfusión salvadora a tiempo. La situación se agrava aún más con la existencia de dos máquinas de rayos X portátiles que llevan meses inoperativas.

Las quejas incluyen la presencia de personal médico que no cumple con sus horarios, lo que contribuye a la creciente falta de atención. A pesar de contar con una nómina de más de 1,000 empleados, la calidad de la atención permanece muy por debajo de las necesidades reales de la comunidad.

El director del hospital, el anestesiólogo Rafael Apolinar Mieses Salvador, acepta la gravedad del problema, aunque intenta justificar la situación con la falta de recursos. “El presupuesto es insuficiente y carecemos de lo básico para operar adecuadamente,” aseguró a la periodista, admitiendo incluso que muchas de las donaciones de medicamentos han llegado en condiciones inapropiadas para su uso.

El hospital atiende a unos 500 pacientes diariamente con el apoyo de una plantilla de 1,027 empleados, que incluye tanto personal médico como administrativo, y su costo asciende a más de 42 millones de pesos.

A pesar de los intentos por mejorar la situación, incluyendo una limpieza inusitada en el hospital horas antes de la visita de Piera, la realidad muestra un sistema de salud pública en crisis. La construcción de un nuevo hospital, que había sido prometido hace más de cinco años, avanza a un ritmo extremadamente lento, dejando a la población vulnerable a la insuficiencia de atención médica oportuna.

La comunidad de San Francisco de Macorís, al igual que otras regiones del nordeste, se encuentra ya cansada de esperar cambios. “No podemos seguir así. La salud de nuestros hijos está en juego,” claman los residentes, demandando acciones inmediatas por parte del gobierno y las autoridades para remediar esta crítica situación. Mientras tanto, el clamor por un sistema de salud digno y accesible sigue resonando en cada rincón de la provincia.

Dificultades a la vista

El hospital enfrenta una serie de problemas graves que afectan tanto la calidad de atención como la infraestructura. Según denuncias de los pacientes, los diabéticos internados reciben alimentos inapropiados, como pan y chocolate, que pueden empeorar su condición. Además, el laboratorio no opera a su máxima capacidad, lo que dificulta la realización de pruebas básicas como hemogramas, pruebas de troponina para detectar lesiones cardíacas y mediciones de glicemia para controlar los niveles de azúcar en sangre. Debido a la falta de insumos, algunos pacientes deben trasladarse a laboratorios privados para realizarse estos procedimientos, lo que genera costos adicionales que deben ser asumidos, en ocasiones, con la ayuda del personal de salud.

A esta crisis se suman deficiencias en el equipo médico y la infraestructura del hospital. Las máquinas de rayos X portátiles llevan casi un año fuera de servicio, y no cuentan con resonadores magnéticos, lo que limita las posibilidades de obtener imágenes detalladas de órganos y tejidos. El director del hospital también admitió que no existe un encefalograma funcional, aunque asegura que uno está disponible para pacientes con diagnóstico de muerte cerebral. Además, las salas de cirugía están en malas condiciones, y la falta de electrocauterios y otros equipos quirúrgicos, a pesar de haber sido comprados recientemente, agrava aún más la situación. En cuanto a los medicamentos y suministros, muchos se encuentran a punto de caducar, como se evidenció en las cajas de fármacos donados que no fueron recibidos adecuadamente. A pesar de los esfuerzos del director por dar una imagen de normalidad, las malas condiciones del hospital son evidentes, con infraestructura deteriorada, falta de mantenimiento y una gestión que no parece tener control sobre los recursos disponibles.