Al menos nueve miembros de las fuerzas armadas han sido abatidos por delincuentes en diversos atracos durante lo que va del mes, en un alarmante aumento de violencia dirigida contra la policía. Los ataques, en su mayoría dirigidos a despojar a los oficiales de sus armas de reglamento, han generado preocupación por la seguridad de los agentes, quienes se enfrentan a delincuentes cada vez más armados y decididos.
Según las autoridades, este tipo de crímenes, que no son nuevos, han cobrado la vida de 15 policías en lo que va del año, un incremento con respecto a los 23 oficiales asesinados en 2023 y los 20 en 2022. A pesar de que algunos de estos ataques se producen en intercambios de disparos, en muchos casos, se trata de ejecuciones directas y no de enfrentamientos armados, lo que resalta la peligrosidad de los asaltos.
La ministra de Interior y Policía y otros altos funcionarios han señalado que no se permitirá la impunidad para los delincuentes, y que la justicia debe prevalecer para garantizar la seguridad ciudadana. Sin embargo, también se han mostrado preocupados por la reforma policial en curso, que aún no ha generado los resultados esperados en cuanto a la reducción de la violencia y la criminalidad.
“Lo que no vamos a permitir es que haya impunidad en ninguno de los casos, ni que los delincuentes se sientan cómodos amedrentando a las autoridades“, aseguró la ministra. “Tenemos que ser drásticos, especialmente cuando se mata a un policía, que no solo es una persona, sino que está representando a una institución.”
Por su parte, analistas de seguridad apuntan a que estos crímenes no solo afectan a los oficiales, sino que también atacan la confianza en las instituciones del Estado. En países desarrollados, la figura del policía es vista como la de una autoridad, no solo como un individuo, lo que genera respeto por la institución que representan. En cambio, en contextos de violencia generalizada, las agresiones a policías reflejan un desafío a la ley y al orden en sí mismo.
La situación sigue siendo crítica, y mientras la reforma policial se implementa lentamente, las autoridades y la ciudadanía continúan luchando para recuperar el control de las calles. La policía y las fuerzas armadas siguen enfrentando una creciente ola de violencia, no solo en servicio, sino también en sus momentos de descanso, cuando son atacados por bandas delictivas en busca de armas.
Este mes, la tragedia no solo ha afectado a los agentes de la ley, sino que también ha dejado una fuerte reflexión sobre la necesidad de que el Estado actúe con firmeza frente a la creciente criminalidad.