En un país donde el envejecimiento de la población se ha convertido en un desafío crítico, los jóvenes en China están rechazando las crecientes presiones del gobierno para tener más hijos, a pesar de los incentivos ofrecidos. Desde subsidios financieros hasta tratamientos de fertilidad gratuitos y llamados telefónicos directos, el gobierno busca contrarrestar el alarmante descenso en la tasa de natalidad que, según analistas, se sitúa en torno a un hijo por mujer.
Desde 2021, China ha permitido a las parejas tener hasta tres hijos, pero las tasas de fertilidad siguen cayendo precipitadamente. En respuesta, las autoridades locales han implementado diversas medidas para crear un ambiente más propicio para el matrimonio y la crianza de hijos. Algunos gobiernos han introducido incentivos económicos para aliviar el coste de la crianza, que puede alcanzar hasta $4,000 hasta la graduación universitaria, uno de los más altos en relación con la renta per cápita.
Además, se ha aumentado la duración de las licencias por matrimonio y maternidad, se han promocionado bodas sin dote y se han desarrollado aplicaciones para emparejar a los solteros. La sanidad pública, por su parte, ha comenzado a cubrir servicios de fertilidad asistida y anestesia epidural desde 2023. Sin embargo, algunas ciudades han ido aún más lejos, contactando directamente a mujeres casadas para preguntarles sobre posibles embarazos.
A pesar de estos esfuerzos, muchos jóvenes chinos han decidido priorizar su bienestar personal y su desarrollo profesional. Una mujer entrevistada por la revista F expresó que la autoestima ahora es primordial y que no consideran necesario casarse ni tener hijos para alcanzarla. Este cambio de mentalidad se refleja en las tendencias de consumo, como la alarmante cifra de que, en Pekín, se están vendiendo más pañales para perros que para bebés.
Con proyecciones que indican que los mayores de 60 años representarán el 30% de la población en 2035, el gobierno se enfrenta a un panorama complicado que plantea serias preocupaciones para la sostenibilidad de los servicios públicos y la economía en general. La resistencia de la juventud a las normas tradicionales sobre la familia y la paternidad continúa desafiando los esfuerzos del gobierno en un tema tan crítico para el futuro del país.