En la toma de posesión, el presidente Abinader celebró sus logros y presentó nuevas promesas. Fernández, en respuesta, acusó a Abinader de exagerar sus realizaciones y de manipular los datos. Fernández también aseguró que su reforma constitucional de 2010 no eliminó la reelección presidencial, ya que esta no existía antes de 2015, y defendió su posición sobre el Ministerio Público y Venezuela, afirmando que su apoyo al régimen de Maduro era un malentendido y que su rol allí fue como observador.

Por su parte, Abinader descalificó las críticas de Fernández, destacando que nunca apoyó al régimen de Maduro y acusando a Fernández de haber manipulado la Constitución para beneficiarse políticamente. También subrayó que su gobierno no tiene los mismos problemas de independencia del Ministerio Público que los anteriores.

El enfrentamiento refleja una clara tensión entre los dos líderes. Abinader ha marcado a Fernández como el principal contendiente de la oposición, lo que podría tener implicaciones significativas para las futuras elecciones. Mientras tanto, Fernández continúa defendiendo su legado y cuestionando la administración actual.

En resumen, la dinámica entre Luis Abinader y Leonel Fernández está estableciendo un nuevo marco para el debate político en el país. La confrontación podría tener tanto ventajas como riesgos para ambos lados, afectando la estrategia electoral y la consolidación de la oposición.