Un estudio reciente basado en datos de una encuesta realizada a adolescentes de entre 13 y 17 años ha encontrado que aquellos que vapean con frecuencia presentan mayores niveles de uranio y plomo en la orina en comparación con los fumadores ocasionales.

El estudio, publicado en la revista Tobacco Control, se basó en respuestas del Estudio de la Juventud PATH, que incluyó a 200 adolescentes exclusivamente vapeadores. Se analizaron muestras de orina para detectar la presencia de cadmio, plomo y uranio, y se clasificó la frecuencia de consumo en ocasional, intermitente y frecuente.

Los resultados mostraron que los niveles de plomo eran un 40% más altos entre los fumadores intermitentes y un 30% más altos entre los fumadores frecuentes en comparación con los ocasionales. Además, los niveles de uranio en la orina eran el doble entre los fumadores frecuentes que entre los ocasionales.

El estudio también examinó la influencia de los sabores en el vapeo. Se encontraron niveles de uranio un 90% más altos entre los vapeadores que preferían sabores dulces en comparación con los que optaban por mentol o menta.

Aunque el estudio es observacional y no puede extraer conclusiones definitivas sobre los niveles de metales tóxicos, los investigadores advierten sobre la preocupante tendencia de aumento de los niveles de uranio, especialmente en aquellos que prefieren sabores dulces. Según los investigadores, el sabor dulce de los cigarrillos electrónicos podría suprimir los efectos nocivos de la nicotina y potenciar sus efectos reforzadores, lo que podría tener consecuencias adversas en la salud cerebral de los adolescentes.

El estudio subraya la importancia de aplicar normativas y medidas de prevención específicas para adolescentes que utilizan cigarrillos electrónicos, así como la necesidad de continuar investigando los efectos a largo plazo de esta práctica en la salud de los jóvenes.