La tranquila isla de Espíritu Santo, ubicada en una bahía en el Pacífico de El Salvador, se vio sacudida por una serie de acusaciones “falsas” que llevaron a una veintena de sus habitantes tras las rejas, en medio del régimen de excepción implementado por el presidente Nayib Bukele para combatir a las pandillas o maras que azotan al país.

Con más de mil habitantes que dependen principalmente de la comercialización de coco y sus derivados, como el aceite, la isla se había mantenido como un remanso de paz en medio del terror y la violencia impuesta por las pandillas en tierra firme.

Sin embargo, recientemente, una serie de llamadas y acusaciones falsas provocaron la detención de varios isleños bajo la sospecha de colaborar con las pandillas. Esta situación ha generado consternación entre la comunidad, que nunca había experimentado problemas de delincuencia en su entorno.

La isla, rodeada de manglares y con estrictos controles de ingreso, había logrado mantenerse a salvo de la influencia de las pandillas, gracias a la presencia de un destacamento militar permanente y un puesto de control que regula la entrada de personas.

“Nosotros no sabemos qué es la delincuencia. Gracias a Dios aquí nunca han dicho que fulano ha amanecido muerto porque lo han matado por arma, nunca, nunca, aquí es una isla bien sana”, comentó Silvia Yanira Hernández, una residente de 55 años.

Las autoridades locales están investigando a fondo las acusaciones y aseguran que se respetarán los derechos de los detenidos, mientras la comunidad espera que la paz y la tranquilidad vuelvan pronto a su isla.

 

 

 

 

 

 

 

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