La sociedad dominicana se estremeció al presenciar una imagen impactante: seis cuerpos de neonatos abandonados en la puerta de un cementerio, como lo expresó Julio Martínez Pozo. El dueño de la funeraria explicó que el sepulturero, conocido como “Grillo”, recibió los cadáveres pero no los enterró. Esto revela una deficiencia importante en el servicio funerario, según lo señalado por Martínez Pozo en su análisis.
Según el relato, el chofer de la funeraria dejó los cuerpos, pero el sepulturero, quien vive inmerso en la soledad de un cementerio, se negó a enterrarlos. Julio Martínez hizo hincapié en que este incidente expone no solo la falta de atención y responsabilidad en el negocio funerario, sino también la vulnerabilidad de un sistema que debería manejar estas situaciones con la debida seriedad.
Este caso, según lo expresado por Martínez Pozo, no debería cerrarse con la simple excusa de que el sepulturero no cumplió su labor. La deficiencia en la logística revela una falta de protocolos y supervisión en el servicio funerario, según sus palabras. ¿Cuántos casos similares pueden haber pasado desapercibidos? ¿Cuántos directores de hospitales han eludido su responsabilidad ante situaciones críticas?
En un país donde la mortalidad neonatal es motivo de preocupación constante, este incidente pone de manifiesto la necesidad de revisar y fortalecer los protocolos y regulaciones que rigen los servicios funerarios y hospitalarios, según lo indicado por Julio Martínez Pozo en su comentario.
Además, en otro ámbito, los productores de piña han levantado su voz contra una importación irregular de este fruto desde Costa Rica, como destacó Martínez Pozo en su análisis. Denuncian la falta de cumplimiento de requisitos fitosanitarios, lo cual representa un riesgo para la producción nacional. Esta queja, según Martínez Pozo, destaca la importancia de mantener estándares y regulaciones estrictas en el comercio internacional.



