La periodista Altagracia Salazar, ha planteado un cuestionamiento importante en su reciente intervención. En su característico estilo directo y sin rodeos, Salazar reflexionó sobre el impacto electoral que las negociaciones en torno al conflicto fronterizo con Haití podrían tener para el presidente dominicano, Luis Abinader.

Desde el inicio de las tensiones relacionadas con el Canal de Masacre, Salazar ha estado siguiendo de cerca el desarrollo de los acontecimientos y emitiendo comentarios sustentados en su profundo conocimiento de la política y la historia dominicana.

La periodista resaltó que, a lo largo de la historia, los conflictos fronterizos, sin importar su magnitud, finalmente se han resuelto mediante el diálogo y las negociaciones en una mesa de negociación. Esta perspectiva abarca desde disputas regionales hasta los enfrentamientos entre las grandes potencias mundiales.

Salazar también hizo hincapié en el trasfondo histórico del conflicto, remontándose a 1697, cuando España cedió la parte occidental de la isla de Santo Domingo a Francia, dando lugar a la creación de Haití. Más adelante, en el siglo XIX, se estableció una frontera que guarda similitudes con la actual. La periodista subrayó la importancia de este contexto histórico para comprender el valor de las negociaciones en la resolución de disputas.

En cuanto a la política interna, Salazar planteó la idea de que el gobierno dominicano estaba utilizando el tema del Canal de Masacre como una estrategia política y electoral. Según su análisis, el presidente Abinader había adoptado un discurso menos nacionalista en comparación con su predecesor, Leonel Fernández, quien solía expresar su enfoque a través del Matutino Listín Diario. Aunque persiste un tenso debate en este tema entre el Listín y Fernández, la posición del gobierno parece estar liderando la narrativa del patriotismo.

Salazar expresó dudas sobre el rumbo que tomarán las negociaciones, dado que el gobierno dominicano reconoce la incapacidad del gobierno haitiano para hacer cumplir un tratado. Sin embargo, señaló que Abinader carecía de un “plan B,” ya que el plazo para resolver el conflicto estaba llegando a su fin y el cierre total de la frontera se avecinaba.