El beso de la pareja presidencial de la República Dominicana, el presidente Abinader y su esposa, ha generado un debate sobre su significado y propósito en medio de la campaña política en curso. Este inesperado gesto tuvo lugar en Santo Domingo Oeste, y aunque se presenta como una espontaneidad, la política rara vez se deja al azar en esta etapa de la campaña electoral.

Para el periodista Julio Martínez Pozo , este acto podría interpretarse como un esfuerzo consciente por parte del presidente o sus asesores para aprovechar un elemento que puede tener un impacto positivo en su imagen y su relación con ciertos sectores de la población. Indicó que en un momento en que la política dominicana parece haber difuminado las diferencias ideológicas y se centra más en la personalidad de los candidatos y en sus acciones concretas, el presidente Abinader está buscando destacarse y conectar con el electorado de una manera más emocional.

Asimismo, Pozo consideró importante destacar que la figura de la primera dama en la República Dominicana es relativamente nueva en la cultura política del país. “A lo largo de los años, las primeras damas han desempeñado roles diversos, desde compromisos institucionales hasta asuntos de imagen y relaciones públicas. En este sentido, la actual primera dama, Raquel Arbaje, ha adoptado un enfoque más activo y visible, incluso con un despacho en la presidencia”.

El periodista señaló que el gesto de la pareja presidencial también se inscribe en el contexto de debates importantes, como las tres causales del aborto, donde el presidente ha tratado de mantener un equilibrio entre diferentes sectores de la sociedad. Sin embargo, este gesto no está destinado a todos los electores, sino a ciertos sectores que valoran la imagen de un matrimonio tradicional como representación de sus valores y creencias.

En última instancia, manifestó que este beso presidencial es una estrategia política legítima para proyectar una imagen que conecte con un segmento específico de la población. En un momento en que las diferencias ideológicas son menos relevantes y la personalidad y la emoción desempeñan un papel clave en la política, los líderes buscan aprovechar todos los elementos a su disposición para ganarse a los votantes y marcar la diferencia en un proceso electoral competitivo.