El 27 de febrero de 1996, Juan Fernando Hermosa se dirigió a un deplorable bar en la provincia de Sucumbíos, al norte de Ecuador.

A pesar de estar solo, tenía el deseo de celebrar sus 20 años. Antes de la medianoche, cinco hombres encapuchados irrumpieron en el local y lo llevaron a la fuerza. Al día siguiente, la policía patrullaba cerca del río Aguarico cuando encontraron un cuerpo cubierto de barro.

Después de limpiarlo, descubrieron heridas de bala en la cabeza y en el cuerpo, signos de tortura y mutilaciones. Un agente notó documentos sobresaliendo de la chaqueta del joven. La identificación confirmó que era Juan Fernando Hermosa.

Además, poseía una boleta de libertad y un recorte de periódico que hacía referencia al ‘Síndrome Hermosa’, el infame asesino más joven de Ecuador. La pregunta era cómo este asesino había pasado de ser victimario a víctima en una sola noche.