Fermín había heredado las tierras de su padre desde niño, y aunque sabía todo sobre ellas, mantenía en secreto lo que ocurría cerca durante las noches. La región estaba atemorizada por la historia de una bruja que supuestamente causaba enfermedades y desapariciones en el pueblo. La gente afirmaba que la mujer exigía ofrendas de animales y hasta bebés recién nacidos a cambio de favores oscuros.

Aunque Fermín conocía estas leyendas, no las había creído hasta que, en una noche de despecho por un desamor, llegó al monte y vio una escena que lo atormentaría para siempre. En medio de la oscuridad, presenció cómo la bruja, con su cuerpo deforme, devoraba a un bebé recién nacido. El terror se apoderó de él mientras observaba aquel espantoso espectáculo, inmovilizado por el miedo.

Años después, Fermín se casó con María Soledad, una joven que rogó por el bautizo de su hijo. Aunque Fermín se oponía a la iglesia por su pacto con la bruja, María llevó al bebé a bautizarlo en secreto. Esta acción lo llevó a tomar una decisión drástica. Decidió enfrentar a la bruja y detener su reinado de terror.

Una noche, siguió al ayudante del sacerdote hasta el monte, armado con un machete. Cuando la bruja comenzó su ritual, Fermín arrojó agua bendita con sal, haciéndola retorcerse. Aprovechando su debilidad, Fermín luchó contra ella con determinación, cortando sus extremidades y desmembrándola.